Federico García viene a nacer  /
Y ahora, la resucitada de la violenta Violeta (teatro)

Editorial Galerna, Buenos Aires, 1991.
(Ver Audiovideoteca, Opiniones y Teatro)
 
 

Fragmentos del texto escrito para el programa de mano de Federico García viene  a nacer, teatro La Gran Aldea, 1986.
Esto no es teatro. Esto no es el pan horneado. Ni es la harina, ni es la espiga. En todo caso, esto que hacemos y ofrecemos es la espiga ya harina, es la harina en trance de hacerse pan. Esto es gestación a la vista. Esto es atisbo. Por ahora, levedad. La levedad, el atisbo en gestación, no es un descompromiso. Es una provocación que nos damos, y que damos. Al provocarnos estamos expuestos a todo. Estar expuesto a todo significa ponerse a disposición de lo que está en el aire. En el aire de la tierra, por supuesto.
No, de ninguna manera está dicha la última palabra. Porque la muerte no es perfecta: no puede con las criaturas. Basta de regodeo con el luto. Basta de ofender a nuestros muertos con la perpetua lágrima y el moco. Basta de hacer de cuenta que a nuestros asesinados los han matado. Después del imprescindible llanto viene el soberano deber: hacer lo nuestro. Lo nuestro es hacer la revolución: y nuestra revolución es hacer la Resurrección, desdecir la muerte contra natura. Es sembrar, colaborar con el sol, parir y reparir. Lo nuestro es hacer, cada día esa Resurrección. Porque sin andar resucitando la Vida no tiene sentido. Ni la muerte tampoco. Dicho esto sin metáfora.

Fragmento del comentario escrito en el diario La Razón por el crítico Gerardo Fernández  (1 de septiembre de 1986)
–Esto no es teatro.
–Sí es teatro, y del bueno.
El “amor” –a veces también denominado “cariño”– es un ingrediente que, en teatro, suele con demasiada frecuencia sustituir al único absolutamente inexcusable, el talento, y dar, por lo tanto, resultados lamentables. Federico García viene a nacer es una de las muy escasas excepciones a esa regla, y por ello doblemente bienvenida. El texto de Rodolfo Braceli y su escenificación por Inda Ledesma, Miguel Ángel Solá y Titina Morales, es un auténtico acto de amor por el poeta asesinado y, sobre todo, por los valores que él representaba y representa. Un emocionado y a menudo emocionante homenaje de gente muy talentosa que no busca, como tantos otros, subirse al carro del pobre Federico en su cincuentenario, sino que muy por el contrario –con una modestia ejemplar en personajes de su trayectoria– se pone en todo momento al servicio del granadino, utilizando su figura para un hecho creativo, que aporta algo al arte y a la comunidad y no al propio lucimiento.
Braceli parte de una idea en sí atractiva y de vastas posibilidades: Lorca resucita hoy y mientras va recuperando “su semblante y su aliento”, mientras “recuerda y pregunta”, se le narran o se le muestran hechos y personajes de los últimos 50 años (la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, Hiroshima, Troilo, Los Beatles, Nicolino Locche, la televisión, la conquista de la luna, nuestros desaparecidos), fenómenos y criaturas que provocan su espanto y su deslumbramiento, su desesperación y su simpatía, su asombro y su diversión, todas impecablemente proyectadas por Miguel Ángel Solá.
Se puede estar de acuerdo con Braceli cuando, desde el programa de mano, dice muy bellamente por lo demás: “Esto no es el pan horneado. Ni es la harina, ni es la espiga. En todo caso esto que hacemos y ofrecemos es la espiga ya harina, es la harina en trance de hacerse pan. Esto es gestación a la vista”. No puede aceptarse, en cambio, otra afirmación suya más tajante dictada por la humildad: “Esto no es teatro”. Sí es teatro, y del bueno.
Porque no sólo la propuesta inicial es atractiva, sino que lo son también la forma teatral de Federico García viene a nacer, su estructura dramática, su atinada dosificación de los elementos emotivos y humorísticos, su hábil vaivén de los climas y los remansos dramáticos.
Y no es sólo la existencia del dramaturgo (García Lorca) la que celebra el espectáculo sino la vida en general. Federico García viene a nacer es un canto a la resurrección, un llamado a acabar con “el luto y la lágrima tardía”, una invitación a “hacer la alegría”. Pero no la alegría escapista y olvidadiza, sino la alegría militante, la alegría solidaria.
“Basta de sangre derramada. La sangre hace falta adentro de los cuerpos. Ya se acabó el tiroteo, ahora empieza el alboroto” sintetiza Braceli. Lejos de una evocación nostalgiosa del pasado, Federico García viene a nacer es un espectáculo comprometido con el presente y especialmente con el futuro. Y es, sobre todo, una muy buena experiencia teatral que es, en definitiva, lo que importa.

                                                                                                                  
Del texto de la contratapa
Teatro para ver. Pero también para leer. En estas dos obras Braceli trae a vivir a nuestros días a García Lorca (el aparentemente asesinado) y a Violeta Parra (la aparentemente suicidada).
En Federico García viene a nacer Lorca hace pie en 1990, ayudado por dos mujeres necesariamente locas. Así es que se entera de cosas terribles y prodigiosas ocurridas tras su muerte.
En Y ahora, la resucitada de la violenta Violeta, Braceli da vuelta al suicidio como a un guante y hace emerger una Violeta bramante. Ella se encuentra con viejos amigos y decide recuperar algo primordial extraviado: la fiesta. Organiza entonces un casamiento colosal, pendiente desde hace siglos: el del ajo con la cebolla.
En suma, en estas dos obras Braceli toma por asalto la idea de la resurrección. Y la vivifica.

 
   
 
OPINIONES
 
 

RÓMULO BERRUTI
(Diario Clarín, 27/8/86)
“Desde una hipótesis muy rendidora Braceli consigue un espectáculo muy seductor. Fresco, cálido. Excelente idea, sin duda.”

GERARDO FERNÁNDEZ
(Diario La Razón, 1/9/86)
“El amor, a veces también denominado cariño, es un ingrediente que, en teatro, suele con demasiada frecuencia sustituir al único absolutamente inescusable, el talento, y dar por lo tanto resultados lamentables. Esta obra es una de las muy escasa excepcionesa esa regla. Su idea en sí es atractiva y de vastas posibilidades. Pero no sólo la propuesta inicial es tractiva sino que lo son también su forma teatral, su estructura dramática, su atinada dosificación de elementos emotivos y humorísticos, el hábil vaivén de los climax y los remansos.Esto es teatro, y del bueno.”

MIGUEL ÁNGEL SOLÁ (Actor)
“Leo en tus veintiún años y saboreo un no casual parentesco entre el joven y el ya veterano bostezo aburrido y descortés que te provocan los eunucos que ´saben cómo se hace pero no tienen con qué´.
Braceli escritor.
Braceli periodista.
Braceli fabulador de historias siemprejamás vividas.
Braceli parrochaprovincianapostergadaporquehaymuuchoquehacerquelotiró.
Braceli, único-todos, Braceli.
Braceli eterna humanidad.
Braceli viento en contra y a pesar de todo.
Braceli huevo-pichón-ave fénix-ángel...
Braceli expresión-carne de un Dios que se regocija al leerte...
¡Cuánto fuego porpesía humana!
El tuyo, encendido ayer, hoy y mañana, llama o brasa, según quién.
El de los usurpadores, quemando tus letras.
El del Sol cuyano, incinerando a los inquisidores.
El de Marcelo Sapunar que arde por devolvernos a tu primogénito, que como el Fededrico García y la Violeta vuelve a nacer en esa tierra hermosa de toda hermosura; en esa vendimia de amores entre montaña y deshielo; en esa acequia que de tanto jugar a ser corcho, papel y madera, trajo a mi orilla, simulando naves, hace más de cuarenta y tres años a un papá y casi diez a una amigo signado por pautas eneras que siguen siendo.”

PUESTAS EN ESCENA:
Con Miguel Ángel Solá, Inda Ledesma, Titina Morales. Dirección: Inda Ledesma. En La gran aldea, Buenos Aires, 1986.

Navarro, Pcia. Bs.As. 30/9/1998 Grupo de teatro Candilejas. Obtuvo el Primer Premio En los Torneos Abuelos Bonaerenses.
Mar del Plata.  3/10/98 . El mismo elenco.

Con Adriana Gigena y Fernando Mancuso. Dirección Claudio Martínez, teatro Independencia, Mendoza, 2003.