Padres nuestros que están en los cielos -borgesperón - (novela)
Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1994.
 
 

Del Prólogo, fragmentos
NOTICIA Y AGRADECIMIENTO

Este libro nació una punta de veces:
En 1979 escribí Don Borges, saque su cuchillo porque he venido a matarlo. En él ya palpitaba el carácter de uno de los personajes, y de él salieron un par de capítulos que aquí se convierten en pesadillas, la del ajoylacebolla y la de la otra versión del Hombre de la Esquina Rosada. En aquel libro estaba, además, la semilla de este duelo entre Borges y Perón.
En 1980 escribí otra de las pesadillas, El día que Borges sí ganó el premio Nobel. Apareció en la revista Siete Días.
En l986 escribí un libro de cuentos, Corbata negra, se vende. De allí emergieron El otro Sargento Cabral que no se llamaba Cabral y Crónica sobre el padre del Gardel.
En 1992 escribí, finalmente, esta novela, cuya idea central –el enconado encuentro Perón/Borges, Borges/Perón– me asaltó en un reportaje que le hice al propio escritor en 1976.
Los personajes de este libro no debieran distraer demasiado al lector por causa de sus respectivos apellidos. Ser argentino es algo que le puede pasar a cualquiera. A Borges y a Perón eso les pasó. Ser humanos es también algo que le puede pasar a cualquiera. A Borges y a Perón eso les pasó.
Tal vez se me dirá que uno no debe meterse con los muertos. Yo respondo: la insolencia, el atrevimiento, la impertinencia, son un derecho; es decir, un deber. Y no me meto con los muertos, me meto con lo vivo de los muertos. Se meten sí, y feo, con los muertos, quienes los idolatran, los veneran y los exigen intocables congelándolos en los monumentos.
Estas páginas que vienen, ¿son un delirium patrio? Posiblemente, pero no nos espantemos: aun así, transitando el más desatado delirio, corremos el riesgo de amasar una ficción más suave que la alucinante y descabellada realidad nuestra de cada día. El delirio es una de las pocas formas que tenemos para interpretar y traducir esta realidad en la que todo parece mentira, pero todo es obscenamente cierto.
Cada uno se asoma, como quiere y como puede, a la condición argentina, y a la condición humana. Mi manera de hacerlo es esta pura ficción.
Hablando de sucesivos nacimientos, tengo que agradecer a alguien que fue decisivo en el último nacimiento de este libro: Miguel Ángel Solá. Me ayudó con su fervor, con su fe en mis escrituras, y me empujó con el sueño de teatralizar alguna vez esto que por ahora es una novela. Una noche, mientras yo estaba sumergido en mi máquina de escribir, Solá vino a mi casa: tan fugaz como una aparición, entró, dejó sobre mi mesa un rollito de billetes (fraternales, auxiliadores), me dio un largo beso encima, sobre la cabeza y, sin palabras, casi en puntas de pie para no interrumpirme, se fue. Miguel, qué tipo. Miguel, qué ser.
         
Del texto de la contratapa
La muerte es un detalle sin importancia. De pronto ahí están Perón y Borges, en un recinto circular altísimo, que no tiene puerta, ni ventanas, tampoco techo. Realmente: atrapados sin salida. El viejo escritor, sin sus ojos. El viejo general, sin sus manos. Los dos incompletos, como buenos seres humanos, como buenos argentinos. Afuera, un incendio que se acerca. Rápido coinciden en el mutuo odio y en que no deben caer en la tentación de la reconciliación. Pero se necesitan para las acciones más triviales, y para escapar. Se agreden, se ofenden, se insultan. Una rata enigmática y papeles con mensajes anónimos los atormentan. El fuego, más cerca. Un orificio, que les sirve para orinar, también les permite ver afuera y enterarse del futuro que no conocieron. El fuego, más cerca. Recuerdan a sus mujeres, repentinamente desean tener un hijo, embarazarse. Se humillan. El fuego, más cerca. El torneo de impiedades desemboca en un duelo físico; deciden matarse. El fuego, demasiado cerca...
Dos mitades de hombres, dos mitades del país. Braceli se atreve a todo porque el atrevimiento es un derecho y un deber. Humor, reflexión, emoción, crueldad, ternura. Esta ficción es un abordaje inusual a la condición humana, desde la condición argentina.

 
   
 
OPINIONES
 
 

ALBERTO LAISECA
(Diario Ámbito Financiero, 3/5/1995)
"En esta novela de Braceli, Perón y Borges están prisioneros, en el otro mundo, dentro de un extraño recinto, una jaula que es como un cilindro mágico. Ninguno de estos viejos enemigos cambia su esencia: Perón, con su humor campechano y eternos discursos populistas: Borges, con sus frases agresivas contra negros, vascos y el pueblo esquimal. Muerto el perro empezó la rabia. Con la muerte de nuestros grandes hombres, sus defectos (propagados a la Argentina) se hacen eternos. No se trata de conciliar lo inconciliable; es algo más difícil: la tarea imposible de cambiar lo incambiable, obligar a los dos extremos a la humildad. En el libro hay diálogos que sintetizan bien lo apuntado; son válidos no sólo para la política sino también para la economía y el mundo de las ideas."

PEDRO M. FUENTES
"Ante todo destaco la originalidad del autor: magnífico enfrentamiento entre dos personajes contemporáneos entre sí y tan típicos de dos mentalidades argentinas. La técnica empleada, el diálogo, es la que mejor se adapta a este tipo de libro y la que mejor responde a la idiosincracia de los personajes; los dos eximios conversadores, los dos agudos, chispeantes, incisivos, irónicos, hirientes. Braceli maneja los libros con suma habilidad."

REVISTA "RONDA"
"Braceli aborda de forma inusual, casi extravagante, el tema de la condición humana con mucho humor, reflexión, crueldad y ternura a la vez."

ALBA OMIL
(La Gaceta, de Tucumán, 4/12/94)
"El lenguaje es agudísimo, lleno de ingenio y de destreza, en muy variada gama. El autor conoce a la perfección la obra ede Borges y salpica con sus expresiones todo el discurso. Conoce también la historia de Perón y sus detalles. Desde una posición equidistante lanza sus dardos que van a dar en la cabeza de los duos muertos y en el estómago del lector."

JORGE ZICOLILLO
(Diario La Prensa, 19/3/95)
"...el día en que Braceli imaginó esta historia comenzó a construir un enorme espejo en el que cada habitante de esta pampa ancha y ajena puede mirarase. Cruel, sarcástica, tierna y reflexiva, la novela de Braceli -un escritor distinto en muchos sentidos- talla a golpe de impiedades la condición arghentina. Agudo, piadosos por la vía del humor y necesariamente desenfadado, Braceli ha convocado todo lo reprimido con este libro al que cada argentino debería, por lo menos, echarle un vistazo."