Fontanarrosa, entregáte.
Y vos también, Boogie. Y usted también, Inodoro.
(Biografía / Conversaciones trans-textuales)
Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1992
 
 

Del prólogo, fragmentos
CONVERSACIÓN-ENSAYO / Procedimiento

Para mejor explicar cómo llegué al procedimiento de este libro hago memoria. En enero de 1967, Antonio Di Benedetto me pidió que escribiera sobre la entonces reciente muerte de Oliverio Girondo. Para no incurrir en una necrológica se me ocurrió conversar con Oliverio destejiendo frases textuales de su libro Espantapájaros. El domingo 27 de febrero de 1967 se publicó en Los Andes, de Mendoza, esa especie de retrato desde el retratado.
Por entonces yo no estaba enterado de traslaciones de textualidades, ni de los ahora llamados biografemas, ni de las ocurrencias de Roland Barthes. Muchos años después –sin que por eso amainara mi suculenta ignorancia– vine a saber que con mis conversaciones yo estaba haciendo cosas semejantes a las de los mentados estructuralistas.
En 1991 reuní en un libro, Fuera de contexto, varias de esas conversaciones apócrifas, arbitrarias, improbables, pero siempre textuales, entre ellas aquella con Girondo, y otras fabuladas años después con Juan Rulfo, Henry Miller, y entre Vincent Van Gogh y Franz Kafka.
En 1987 tuve el impulso de hacer un ensayo, biografía encubierta, sobre Roberto Fontanarrosa, mejor dicho sobre su Inodoro Pereyra y su Boogie el Aceitoso.  Y lo resolví así: luego de una conversación real con Fontanarrosa, me fui a dialogar con sus dos personajes. El procedimiento fue éste: yo que pregunto y Boogie o Inodoro que me contestan. Lo que sale por sus bocas siempre es textual, entresacado de sus respectivas historietas pero aplicado al nuevo azar de otro contexto. En el caso de Boogie lo metí, además, a conversar-discutir con Alfonsina Storni, Albert Camus, Oliverio Girondo, André Malraux y Mahatma Gandhi. También las palabras de estos personajes, aunque arrancadas de contexto, son textuales.
¿Para qué caraxus hago esto? Lo explico con un ejemplo: cuando en el otro libro crucé en una ardua conversación a Van Gogh y Kafka, yo intentaba demostrar que Van Gogh fue un hombre de optimismo portentoso. Para evidenciarlo lo enfrenté con Kafka, un atleta del pesimismo. Es decir, en vez de hacer un ensayo sobre el optimismo de Van Gogh preferí posibilitar un ensayo al revés, un trans-ensayo emergente de la eventual conversación.
Con Fontanarrosa, entregáte también he querido hacer esa suerte de ensayo: específicamente un ensayo sobre esas dos mitades tan argentinas: por un lado, la violencia carnicera, y por otro lado la ternura que enmascara con amagues y prepotencia aparatosa (ambas conductas muy consustanciadas con nuestros hábitos). Boogie encarna nuestro deleite carnicero, la religión de la impunidad, la falta de respeto por el vivir de los demás. Pereyra encarna la otra mitad, la de la fanfarronada sin daño, pura espuma, traspasada de ternura.
Aclaro por lo que pudiera y/o pudiese: estas conversaciones-ensayos, aunque parientes del afamado estructuralismo, no tiene pretensión académica. Me salen como el silbar, en forma espontánea, placentera, casi salvaje. A los eruc-ditos les digo entonces: esto no es más que un juego como cualquier otro, mientras la vida nos inventa y nos sucede.

Del texto de la contratapa
Este libro pudo haberse titulado Todo lo que usted quiso saber sobre... si no fuera porque el estilo despiadadamente inquisitorial de Braceli (de quien ya fuera víctima nada menos que don Borges en un libro anterior) sugirió la frase policial finalmente elegida.
Porque aquí se incluyen, junto a fotos del álbum de familia más reservado del genial humorista rosarino y a dibujos de sus épocas más remotas y sus períodos creativos más secretos (por ejemplo lo que dibuja cuando viaja en avión o cuando habla por teléfono), tres arduos interrogatorios: uno hecho a Fontanarrosa, otro a Boogie el Aceitoso y otro a Inodoro Pereyra. En cada uno de ellos Braceli los denuda (literalmente en algunos casos).
Las respuestas de Fontanarrosa son reales y las de sus personajes son textualmente destejidas de sus historietas. En algunos momentos opone a Boogie y a Pereyra interlocutores peculiares (Gandhi, Alfonsina Storni, Malraux, Camus y Girondo). El procedimiento es pariente del que usan mentados estructuralistas. Braceli lo utiliza desde 1967, sin pretensión académica, en forma lúdica y salvaje.
El resultado es un prodigio que permite asomarse a uno de los mayores humoristas argentinos y a su obra.
Aquí resalta el brillo del ingenio verbal por su puesta fuera del contexto dibujado. El que termina entregado en este libro es el lector, si sabe reconocer la gracia del juego que se le propone.

 
 
PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
En la Feria Internacional del Libro. Por Carlos Ares. Con lectura de Gerardo Romano, Juan Andrés Braceli, Marta Albanese y Jorge Marrale, 1993.